Existe un lugar donde la música espera
tranquila y sin forma,
inquieta y serena.


Allí todo es música, pero aún silenciosa.
Necesita de los magos que van allá y la toman
introduciendola en su ser;
para así un día poder ofrecerla al mundo
transformada, completa,
fresca y perfumada con sus mensajes,
recuerdos y sentimientos.

Esa es quiza la función de los músicos,
como magos que orientan,
canalizan y modelan esa música
silenciosa y dispersa que nos acompaña
en cada momento de la vida.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

MÚSICA CLÁSICA PARA HALLOWEEN: La danza de las brujas de N. Paganini

Interesante artículo del blog RZ100arte. La Danza de las brujas (Le Stregheen en italiano) de Niccolò Paganini (1782-1840), un ejemplo perfecto para introducir la idea de virtuosismo.
Veamos un ejemplo de virtuosismo en el Heavy:


Se trata de Slash el que fuese guitarrista de Guns & Roses tocando en un concierto en Tokio en 1992 dentro de la gira Use Your Illusion. Slash que se dedica al Heavy tiene un dominio instrumental extremo. Es capaz de tocar con gran precisión y a velocidades extremas, consigue hacer los más variados y difíciles efectos. Estamos ante un virtuoso de la guitarra. Esta imagen que tan común es hoy día, este tipo de figuras que convocan a las masas, que son capaces de seguirles en peregrinaje a cualquier lugar del mundo y vivir las más duras condiciones con tal de escuchar su música, no nacen con el rock y sus derivados, sino que tienen sus orígenes en el s. XIX y en dos figuras claves: Franz Liszt -del que prometo hablar pues a parte de ser un “monstruo” tocando el piano es uno de los grandes compositores del Romanticismo- y, como no, el protagonista de nuestro artículo de hoy, Niccolò Paganini, también conocido como el diablo en música.
Dos nombres que representan las primeras superestrellas de la música. Un término que no sólo conlleva ser virtuoso del instrumento. En Liszt y Paganini encontramos por primera vez músicos capaces congregar a miles de fans en sus conciertos, unas fans que ante la emoción que supone su música se desmayan, por supuesto; músicos que van de gira por todo el mundo rodeados de esos admiradores anhelantes y músicos que siente el furor del público como una necesidad en su carrera.

Paganini es uno de las más grandes virtuosos del violín que jamás haya existido. Con tan sólo cinco añitos ya tocaba la mandolina, a los siete componía música y con doce daba conciertos públicos. Tanta celeridad hicieron huella en su equilibrio personal y a los dieciséis años tuvo una crisis de alcoholismo y desapareció. La vuelta rehabilitado lo hizo a lo grande y a los veintidós -además de tener una leyenda detrás, que como luego veremos le dará mucho juego- volvió rehabilitado y convertido en la primera superestrella de la música.
Las acrobacias que Paganini hacía con el violín se convirtieron en toda una leyenda. Existen crónicas de la época en la que nos hablan de un violinista que tocaba a una velocidad vertiginosa, con espectáculares acordes, armónicos increíbles, pizz con la mano izquierda, interpretando sobre una sola cuerda… en definitiva poseía una destreza técnica sin paragón en la época. Pero el mito no nació únicamente del modo en que tocaba el violín, Paganini no es el primer violinista que tenía esa destreza técnica, -recordemos nombres como Locatelli (1695-1764) o Tartini (1692-1770- a esto tenemos que añadir una personalidad, una manera de “interpretar” bastante especial y una apariencia cadavérica. Y es que mientras recorría Europa triunfante de ciudad en ciudad, las malas lenguas empezaron a hacer creer que esa extraordinaria habilidad técnica no podía ser fruto del estudio y del talento sino que debía haber algo oscuro en ello, en su pasado. Se empezó a decir que Paganini había realizado un pacto faustiano con el diablo y el músico lejos de enfandarse se aprovechó de esta imagen e incluso la avivó.



Lo que hemos escuchado es el Capricho nº 24 de Paganini un ejemplo perfecto de música compuesta por y para el lucimiento del intérprete en donde en cinco escasos minutos se nos muestran, de una manera absolutamente variada y dinámica todas sus destrezas. Y esa va a ser la función de la música Paganini y eso lo que nos vamos a encontrar en la mayor parte de su repertorio: obras entendidas como vehículos para lucir la extraordinaria capacidad técnica del intérprete, una música en continua búsqueda del aplauso clamoroso.

Las formas musicales que mejor se van a acomodar a sus intereses, a parte por supuesto de Caprichos o Estudios, son el Concierto o El tema con variaciones y precisamente siguiendo esta última forma está escrita La danza de las brujas, obra por la que nace este artículo al contestar a la demanda de una lectora que buscaba obras musicales en las que pudiese trabajar mundos fantásticos de hadas, brujas o gnomos con sus alumnos. (pinchad aquí )

En la danza de las brujas Paganini nos presenta un tema y luego a modo de piezas independientes se van a ir sucediendo sin interrupción las distintas variaciones. Si os parece escuchamos el tema (hasta min, 2’05)



Pues esa sucesión de variaciones en las que Paganini nos va a mostrar todos los recursos, todas sus destrezas incluso su famosa digitación en pizzicato (pizzicatos realizados con la mano izquierda) que podemos disfrutar en el min.

Comprendida la música quedaría aclarar un punto ¿De dónde viene el título? Porque brujas, brujas yo parece que no veo. Lo cuento. Es muy normal en este tipo de forma que el tema sea tomado prestado de otro compositor -si recordáis por ejemplo Britten en su Guía de orquesta para jóvenes lo había tomado de Purcell-. Pues bien Paganini lo toma de un ballet títulado El Nogal de Benevento de Franz Xaver Süssmayr, compositor poco conocido en este momento, clarinetista y alumno de Mozart.

Y para entenderlo del todo debemos hablar un poquito del título de esta ópera. Es sabido que las brujas durante muchos siglos se solían reunir algunas noches al año para adorar al demonio. A estas reuniones se las conocía como aquelarres y lo normal era, por aquello de la privacidad me figuro, que se celebrasen en bosques apartados.

Precisamente uno de sus bosques preferidos para realizar este tipo de reuniones se encontraba en una pequeña ciudad de Italia de nombre Benevento. Allí acudían brujas de toda Europa a celebrar sus rituales satánicos alrededor de un Nogal. De ahí su título: El Nogal de Benevento.

El tema con el que abre La danza de las brujas y que va a utilizar Paganini de base en cada una de las variaciones es precisamente el momento en el que las brujas de este ballet de Franz Xaver Süssmayr entran en el escenario.

Os dejo con una versión para violín y orquesta de La danza de las Brujas de Niccolò Paganini. Aunque la versión es de 1970 creo que merece la pena. Disfrutadla. Interpreta Ruggiero Ricci al violín con la Orquesta Sinfónica de la RAI bajo la dirección de Piero Bellugi.